27/2/14

Quédate hasta el día que lluevan pianos

No me equivoco cuando os digo que en esta vida nos encontraremos comúnmente rodeados de personas que, siendo sinceros, nunca llegarán a formar parte de ese pequeño e inestimable espacio reservado en nuestro corazón.

No hablo de amistad, ni de compromiso. Hablo de atravesar muros, de poder hablar de tú a tú; de confiar en que ese ‘alguien’ no soltará nuestra mano cuando estemos frente al  abismo. Porque sí, porque es arriesgado entregar esa llave. Porque, al hacerlo, les estamos ofreciendo el temible poder para destruirnos, confiando en que no lo harán.  Y no siempre es así.

“Tú tienes algo... tienes algo que no se olvida”

Ha pasado mucho tiempo. Quizás más del que debería y para lo cual no estaba realmente preparado. Supongo que esto ha sido uno de los tantos y dolorosos ejemplos de lo que podría llamarse ‘madurar a marchas forzadas’. Y sí, digo “supongo”, porque realmente no estoy nada seguro de haber sacado algo en claro. Lo que sí sé es que hay algo que jamás me podré perdonar, y es el hecho de no haber sabido adelantarme a los acontecimientos; no haber tenido el suficiente valor como para situarme entre tu espada y mi pared.

Que sí, que siempre dejaste claro tus límites y demonios, tu pasado, tu rencor. Heridas que nunca terminaron de cicatrizar y que por poco nos cuesta la vida; que un día te irías para no volver.  Pero, entre nosotros, he de admitir que llegué a tener ese pequeño atisbo de esperanza  que me contaba al oído que todo estaba bien, que quizás esta vez sería la excepción y por fin habías encontrado tu sitio, tu pequeño refugio; ese lugar  en el interior de los que te queríamos en el cual poder esconderte de tus miedos, poder dejar los fantasmas atrás y, en definitiva, empezar desde cero.

Dos inviernos y una primavera después.                                                                                                                          
Dirán que el tiempo lo cura todo, que es el mejor remedio para toda enfermedad intangible del corazón, que un clavo sustituye a otro clavo y todas esas mierdas. Pero no es cierto. Ya basta de esconderse, de lamer heridas y suturar esas ganas de gritar “quédate hasta el día que lluevan pianos”.

Quizás nunca fuiste el tipo de chica ideal.  Eras indómita, lasciva y tóxica; un arma de doble filo. Desalmada, a veces, y fuerte, extremadamente fuerte, tal y como lo quiso la vida. Pero, ¿sabes?, tú eras especial, eras distinta al resto.  Tenías ese tan exclusivo carisma capaz de doblegar cualquier muralla, la virtud de transformar los días grises en soleados  y, en definitiva, la integridad para conseguir que,  cuando me encontraba perdido, todo volviese a merecer la pena. Y sonreír.

I wish you were here.

Podríamos  llegar a decir que prácticamente vivo entre andenes.

Como anécdota, os contaré que casi nunca suelo mirar a la persona que se sienta a mi lado cuando he de trasladarme empleando cualquier tipo de transporte público. De este modo, puedo imaginar fácilmente que es ella la que está ahí, conmigo, y me acompaña durante mis pequeñas travesías.  Es algo que se ha tornado innato en mí.


Desde que te fuiste, sigo cuidando de Metalan (aunque, mejor dicho, es él quien cuida de mí). No te imaginas cuánto haces falta en esta foto. Te echamos de menos, loca.

... Me pregunto  si realmente estarás bien, si te encuentras en el punto exacto que querías, si has cumplido tus objetivos o, por el contrario, te has alejado de ellos. Si te acuerdas de nosotros (para bien  o para mal), si hubiese existido algún modo de evitar que llegásemos a esta situación. Porque cada mañana, cada tarde, cada noche justo antes de acostarme, me cuestiono a mí mismo en qué fallamos, qué tan mal pude interpretar las señales como para que ocurriese todo de este modo. Y me culpo, sobretodo, por no haberte podido cambiar aunque, muy en el fondo, sabía que tu decisión era irrevocable. 

Pero para eso están los amigos, ¿no?. 

Se te quiere mucho.
Att: un pasajero más de tu tren.
Jesús

22/2/14

Mudanza!

EDIT: http://www.cosechandoenelcemento.com/

Después de un tiempo considerable vuelvo a mudarme y esta vez es la definitiva. Empecé con un micro blog, después me pasé a Blogger (este blog) y ahora finalmente me paso a mi propio dominio, con mi propio alojamiento y funcionando con Wordpress.

¿Por qué este cambio?

Principalmente la falta de opciones de este sistema, la falta de inspiración que provoca tantos recuerdos al pasado, ganas de cerrar una etapa, querer promocionar mucho mejor mi trabajo, etc. 

Cada vez que quiero poner algo aquí es una pequeña odisea, el editor es horrible y siempre termino utilizando un intermediario para no tener que lidiar con él. No hay facilidades por ningún lado y me las veo y deseo para colgar algo nuevo, hay que tirar siempre de plataformas externas y la verdad es que prefiero unificar algunas cosas.

Mañana presento en sociedad la nueva web, conectada a Facebook y Twitter publicando de forma automática en las redes sociales cuando escribimos algo nuevo, con un tema a 3 columnas y bien personalizadas, con botones para que nos sigan en las redes sociales, con botones de compartir para más de 250 servicios, con espacio para que mis colaboradores publiquen sus proyectos personales, un sitio donde todos podremos poner nuestras secciones, lo que nos gusta y muchísimo más. Si os gusta la idea, si queréis formar parte de ella os digo una cosa: ya hemos plantado, nos han echado Cemento al huerto por encima pero os aseguro una cosa vamos a poder Cosechar en él.

¡Espero veros mañana en la nueva web!



10/1/14

Entrada de prueba

Para mis clases de Implantación web tengo que demostrar que se utilizar Blogger. Para ello crearé una entrada de prueba (concretamente esta) en la que utilizaré todo tipo de contenido. Esto es un enlace a un artículo anterior. Ahora dejo un vídeo de Álvaro Carmona sobre los exámenes:


Y aquí una imagen de un libro de mi asignatura.


1/9/13

Escrito alternativo por Truhan

Ya han sido varios los que me recomiendan cambiar de estilo de escritura, mientras veo cómo hacerlo mejor os dejo con la colaboración de un amigo sobre uno ya escrito. La canción del final es para acompañar el texto así que ponedla a la par. ¡A disfrutar la variedad!

La chica cuyo nombre no consigo recordar.

Cuando la conocí, no era más que una muchacha aparentemente corriente, indeseada, quizás algo esquiva y, sobretodo, muy destrozada, en todos y cada uno de los malditos sentidos de la palabra.

Sin embargo, ella nunca antes había sido así. Al menos, eso me quisieron contar sus ojos cuando la vi por primera vez.

Sus tormentos la habían oscurecido. Destruida por el paso del tiempo, su piel ya no recordaba a la de una persona dulce y delicada, sino más bien todo lo contrario. Magullada y dolorida, se endureció a sí misma para poder soportar los golpes que le propinaba la vida. Y casi le gana la partida.

Enferma para siempre y, con la inequívoca idea en su mente de huir lejos de su pasado, reclamó su lugar en parajes inexplorados, con personas y entornos totalmente desconocidos. Personas como yo, que, en aquel preciso momento no podía de parar de preguntarme instintivamente qué era aquello que había caído en mis manos con tanta crudeza.

Transmitía cierta sensación de debilidad pero, al mismo tiempo, desprendía una fortaleza envidiable. Como algo que fácilmente puede romperse en mil pedazos pero que, por el contrario, es capaz de aguantar muchos más golpes que uno mismo.

Y de repente, me miró. Sin rehuir; como una leona distraída que vuelve en sí y te recuerda que, aunque esté herida, sigue siendo una leona orgullosa a la cual no te puedes acercar sin arriesgarte a perder una parte de ti mismo.

Su mirada manifestaba recelo. Estaba justo delante de mí, y sin embargo, parecía no estarlo. Como si su mente residiese en el pasado, Un pasado del cual huía, y que la marcó de tal manera que se hacía visible en su exterior.

Un pasado que, poco después, pude descubrir que se había convertido en su propio presente. Una pesadilla sin fin.

Con el tiempo, fue recuperando su pelaje y su confianza. Incluso le perdió el miedo a su ya mencionado pasado. Consiguió olvidar, y empezó a vivir su propio presente, su propia vida. Logró apartar todo lo ocurrido anteriormente, pasar página. Incluso podría decirse que fue feliz.

Pero desafortunadamente, la indolencia no duró demasiado. Aunque ella pudo parecer la excepción que confirmaba la regla durante cierto período de tiempo, lo cierto es que el ser humano no es capaz de olvidar. No olvidamos, sino que aprendemos, de algún modo, a convivir sin ‘eso’ que tan necesario era antes o que, por el contrario, tanto nos molestaba. Y es tan lógico como triste.

Se acabaron aquellas miradas felices, las risas, la complicidad y los amigos.

La leona había vuelto a sacar los dientes y empezó de nuevo a proteger su territorio. Nadie estaba a salvo de sus dentelladas si se metían donde no debían y, ciertamente, casi cualquier pregunta empezó a suponer una verdadera molestia para ella.

Decidió partir en busca de sus enemigos, dejando la camada huérfana. La leona decidió ir directamente a por el jefe, sin vacilar en su trayecto. Quería acabar con todo, con su tormentoso pasado, lamer sus heridas de una vez por todas.

En esta ocasión, tanto la leona como la camada, podrían morir o malvivir de muchas maneras. La salvación nunca fue una opción para nadie pero, aun así, todos cumplieron con su cometido, aunque ninguno supiese realmente qué había que hacer o cómo habría que actuar correctamente.

Llovieron los días, y la sangre enturbiada que teñía nuestras propias manos se fue diluyendo. Nadie se había molestado en limpiarlas, no queríamos. Sólo el tiempo ha sido capaz de eliminarla casi por completo.

La camada sigue huérfana, ahora quizás limpia, pero huérfana.

Ella nunca regresó, aunque siempre tuvimos la confianza en que lo hiciera. Seguimos teniéndola.

El eco de sus aullidos aún continúa escuchándose en lo alto de las montañas. No obstante, a veces, su tan preciado sonido se hace difícil de distinguir.

Pero continuamos buscando a nuestra leona, nadie ha podido olvidar su nombre. Y, como dicen las malas lenguas, la esperanza es lo último que se pierde.

Si vuelves, que sepas que tu camada sigue defendiendo lo que para ti fue un hogar hace ya mucho tiempo.

Todo esto comenzó con una mentira, pero terminará con una gran verdad.

~Distant memories.

http://www.youtube.com/watch?v=FXIuc8YBkZ8

23/8/13

Y entonces todo cambió

Sabía que este día llegaría, el día en el que no podría aguantar más. Lo he dicho muchas veces, no debéis acostumbraros a mi compañía, no debo acostumbrarme a la vuestra, en cualquier momento nos despediremos y no volveremos a vernos, emprenderé un viaje sin retorno, ni querido ni posible ni necesario.

Aquí estás, un amor no correspondido. A tu lado he permanecido desde que volví a nacer. Tu indiferencia hacia mis sentimientos siempre ha sido algo seguro, algo perfecto para mi marcha. Una persona menos a la que haré daño. Una persona a la que no quiero hacer daño. Una persona que se ha ganado mi corazón pero nunca lo ha querido. El día que lo quiera ya no podrá pedirlo. Dejo mucha gente atrás, gente a la que quiero, gente a la que aprecio, gente de la que me preocupo más que de mi misma. Es hora de partir.

Nadie quiere que me vaya, pero debo irme, el pasado siempre me ha perseguido y es hora de acabar con él. No puede continuar así. Lo que hice no solo me afectó a mí sino también a mi familia. Aún siguen afectados por ello. Sufren por mi causa y es hora de terminar con el sufrimiento. Debo comenzar a pelear por enmendar mis errores. No lo entenderán, no querrán que me vaya. No les dejaré otra opción que dejarme ir.

Le miro una vez más. Duerme plácidamente. Aunque siempre en alerta él nunca se ha alertado por mi presencia, no despierto temor en el sino seguridad. Puedo mirarle desde las sombras y verle perfectamente, se lo que pensarás, te conozco demasiado. Te conozco más que a mí misma. Si te doy una oportunidad nunca dejarás que me vaya.

En mi bolsillo están las llaves de tu casa, adornadas con un muñeco y una figura. Siempre me pregunté por qué la gente adornaba sus llaveros hasta que tú adornaste el mío. Te recuerda una emoción, un sentimiento, una nostalgia por volver a tu hogar, al lugar donde perteneces. Por primera vez en mi vida me hicieron sentir que pertenecía a algún lugar, lugar que abandono hoy.

Me quedaré este símbolo del hogar, necesitaré fuerzas para recorrer el camino que me espera. Aún sigues dormido, mejor así, todos tenemos un destino y el mío no está aquí. Tú te arrepentirás siempre de no haberte despertado hoy pero si lo hubieras hecho me habría ido mañana cuando durmieses.

No hay vuelta atrás. No hay despedida. No hay un último abrazo que compartir. Si lo hiciera no sería capaz de irme. Tú y yo hemos terminado, nunca más nos volveremos a ver. No hemos hecho todo lo que queríamos pero se nos ha acabado el tiempo, es hora de marcharse. Adiós.

Ha sido una noche agotadora pero he descansado perfectamente, me falta ella, tal vez esté en la cocina desayunando…

La chica cuyo nombre no consigo recordar

Cuando yo la conocí no era más que una chica corriente, indeseada, tal vez algo huraña y muy destrozada en todos los sentidos. Sin embargo ella nunca había sido así, solo lo era cuando yo la conocí.Llena de mugre y desolación la hallé y entonces comprendí que esto no venía solo de ayer.

Destruida por el paso del tiempo, sus tormentos la habían oscurecido, su piel ya no recordaba la de una persona dulce y delicada sino dura y escamada para soportar los golpes que venían de todos lados. Magullada y dolorida más de una vez había querido poner fin a todo pero una de ellas casi lo consigue.

Enferma para siempre de la idea de huir reclamó su lugar en parajes desconocidos con gente desconocida, gente como yo que se preguntaba que era aquello que había caído en sus manos con tanta crudeza. Tan débil pero a la vez tan fuerte, la sensación de que fácilmente puede romperse pero puede aguantar más golpes de los que uno mismo ha soportado.

Su mirada era de recelo, ella estaba aquí, delante de mí y sin embargo parecía no estarlo. Su mirada estaba posada en el pasado, un pasado que era su presente puesto que huía de él. Un pasado que la marcó de tal manera que hasta es visible en su exterior. Y de repente me miró sin rehuir la mirada, como una leona distraída que vuelve en sí y te recuerda que aunque herida sigue siendo una leona, que no te puedes acercar sin perder una parte de ti mismo y que es mucho más orgullosa de lo que sus demacrados aspectos podrían hacernos creer.

Con el tiempo fue recuperando su pelaje, su confianza, le perdió el miedo al pasado y al presente pero se olvidó de ambos. Y el olvido es lo que tiene, siempre es pasajero. Y el pasado volvió.

Se acabaron las miradas felices, se acabaron los momentos de risas, los amigos desaparecieron por voluntad propia. La leona había vuelto a sacar los dientes y estaba protegiendo su territorio, nadie estaba a salvo de sus dentelladas si se metía donde no debía y ciertamente era casi cualquier pregunta una verdadera molestia para ella.

Un día partió en busca de sus enemigos dejando a la camada huérfana, intentando valerse por sí mismos en territorio hostil, las hordas de alimañas poblaban los alrededores y la leona había ido a por el jefe. En esta ocasión, tanto la leona como la camada podrían morir o malvivir de muchas formas. La salvación nunca fue una opción para nadie, pero aun así todos hicieron su parte, aunque nadie sabía qué había que hacer.

Con el paso del tiempo, la sangre oscurecida que teñía nuestras manos se fue diluyendo, nadie la había limpiado, solo el tiempo había sido capaz de arrancarla de nuestras manos. La camada seguía huérfana, ahora limpia pero huérfana. La leona nunca regresó pero siempre tuvimos la esperanza de que lo hiciera. Sus aullidos se escucharon en lo alto de las montañas en innumerables ocasiones durante unos años pero después las montañas permanecieron en silencio.

Seguimos buscando a nuestra leona, nadie ha olvidado su nombre, todo esto comenzó con una mentira pero terminará con una verdad. Lo que ya nadie recuerda es el aspecto de la leona. Si vuelves, tu camada sigue defendiendo lo que para ti fue un hogar hace ya mucho tiempo.

8/4/13

Protegida por una serpiente.

La serpiente entra en un bar, se acerca sigilosa a la barra y pide un desayuno. Un camarero intrigado le dice que espere en la mesa que en breve se lo sirven y sin embargo es una excusa para poder mirarla mejor. Como un escaparate en la única mesa libre del bar, justo en el centro, a la vista de todos los demás clientes.

Una mesa habla primero.

-Como para no verla, una fresca seguro, mira como viste y lo que lleva ¡Por favor!

-¿A quién se le ocurre?

Un niño pregunta intrigado a su madre que ocurre con aquella mujer.

-¡Ni la mires! Es pura maldad, mira cómo va vestida de negro y rojo. Son los colores de la sangre y la muerte. Por no hablar de la serpiente…

Un corro de señoras cuchichea.

-Yo en mis tiempos si hacía algo así no me dejaban salir de casa.

-¡Calla que tu padre era un blando! ¡A mí me habrían azotado solo por pensar en eso!

-¿Cómo se pierden tan rápido las buenas costumbres?

El camarero por fin llega con el desayuno. Sin dejarlo aún sobre la mesa hace un par de preguntas a la mujer. Preguntas sin importancia, preguntas para poder estar cerca de ella un poco más de tiempo, recorriéndola con sus ojos segundo a segundo con tanta fuerza que casi se podían oír como sus ojos rasgaban sus vestiduras.

No por estar desayunando iban a parar los comentarios ni mucho menos. Otra mesa no tardó en reaccionar ante la estampa.

-¡Qué asco! ¿Cómo puede desayunar eso?

-Bueno está claro que está en el menú. No veo el problema.

-¡Tú te callas! ¡No es en el desayuno en lo que te estas fijando! ¡Si te conoceré yo!

Su mirada se paraliza, la serpiente, que no había parado de silbar y sacar los dientes, ahora estaba buscando algo o a alguien, algo se acercaba pero ni la serpiente sabía que era.

-¡Hola! ¿Eres nueva aquí?

Un niño sin padres se había acercado a hablar con la mujer, preguntando cosas sin importancia pero con gran valor, un pequeño gesto en un territorio muy hostil. Pasaron un rato hablando, contándose sus venturas y desventuras de los días pasados. Nadie en el pueblo sabe de lo que hablaron, todos se fijaron en la serpiente y lo peligrosa que podía ser.

Sin embargo, nadie movió un musculo para salvar al pobre niño, que no tan pobre y no tan niño fue el único al que la serpiente no enseño sus dientes. Después de un buen rato hablando se despidieron, ella pagó su desayuno, le hizo un regalo al niño y se marchó para nunca volver a ese pueblo.

Muchos años han pasado desde entonces y este hombre sigue llevando la serpiente que aquella mujer le regaló aquel día. Un pendiente convertido en colgante que le había protegido durante toda su vida del resto de serpientes aunque fuesen humanas.